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OBSERVATORIO SOBRE LA DESPOBLACIÓN

«En los valles pasiegos cada vez hay menos gente y más silencio»

Dejamos aquí una entrevista de El Diario Montañés a Carlos e Higinio Sainz Trabajadores de la Universidad de Cantabria y cineastas, que abordan la despoblación del valle, lo que plasman en el guión de su documental. 
Nunca es fácil avanzar el futuro de cualquier cosa; menos el de una sociedad. Por eso la cautela impregna las palabras de los hermanos Carlos e Higinio Sainz. Pero sólo se coartan en eso, en las palabras. El mensaje de su trabajo documental en vídeo 'Pasiegos, los valles del silencio', afianza la idea de un presente de cambio y un devenir de desaparición. De extinción de lo que fue la identidad tradicional de un pueblo, hoy en declive debido al éxodo rural y al crítico devenir de la ganadería como forma de vida. «Los valles se abandonan, cada vez hay menos gente, cada vez hay más silencio», pronuncian en voz baja y triste los gemelos. Ambos son trabajadores de la Universidad de Cantabria, la institución que les brinda la posibilidad de presentar en público el film, el próximo viernes, día 18, en la Escuela de Náutica, gracias al apoyo del Aula de Patrimonio.
-Funcionarios y cineastas, curiosa combinación...
-Carlos (C) .: La vena artística viene de la infancia. Nuestro padre era escultor y pintor, y probablemente heredamos algo. Primero empezamos con la fotografía y luego vino el cine, sobre todo en tema documental. Comprar un ordenador que permitía editar imagen en movimiento nos animó a lanzarnos a la aventura del audiovisual.
-Y aquí está el primer trabajo importante...
-Higinio (H).: Esta película tiene su origen en un cortometraje de 12 minutos que hicimos años atrás sobre la misma temática. Nos parecía que podíamos contar mucho más, que había más donde profundizar con la cámara. Y, ¿por qué nos lo iba a impedir nuestro puesto de trabajo en la administración de la Universidad de Cantabria?
-Pasaron la infancia en aquellas montañas...
-C.: Descendemos de allí y desde la infancia hemos conocido muy bien aquel valle. Aún recuerdo a Carpio cuando yo tan sólo tenía 10 años. Ese hombre que tan presente ha estado en los medios por el accidente con una de sus reses. Ahora él cumplirá 77 años.
-El título hace referencia al silencio, ¿es una alegoría de la desaparición?
-H.: Hablamos del silencio como sinónimo del despoblamiento. Cada vez hay menos gente y cada vez hay más silencio. Los jóvenes ya no quieren trabajar en el campo. El trabajo con el ganado es muy sacrificado y la apertura del valle está dando al traste con la cultura ancestral de aquellas gentes. Sinceramente creemos que el verdadero valor de este trabajo llegará con el tiempo...
-Cuando no quede nada de la realidad que permanecerá inmortalizada en el celuloide...
-C.: A través del testimonio de ellos queremos preservar del olvido la memoria de su pueblo.
-¿Cómo han podido sobrevivir unas costumbres tan ancestrales hasta estos días?
-C.: El aislamiento lo ha favorecido. Las comunicaciones han sido mejores sólo desde hace unas décadas y hasta hace 20 años la mayor parte de las cabañas no tenían luz ni agua.
-El contexto marcó el carácter de las gentes...
-H.: La leyenda popular los sitúa entre los pueblos malditos de España, muy reservados, desconfiados. Pero queremos romper una lanza en ese sentido. El paisaje forja al hombre y el aislamiento crea ese carácter. Por eso nada tiene que ver la forma de ser de los más jóvenes, mucho más abiertos al mundo. Pero la imagen más conocida de este pueblo es la que refiere a los prejuicios. Cuando te sientas a hablar con ellos y te ganas su confianza, puedes percibir la hospitalidad de una gente que, no olvidemos, lleva a sus espaldas una tradición de comerciantes.
-Ustedes no son unos desconocidos en el valle. ¿Probablemente cuesta menos ganarse su confianza en esas circunstancias?
-H.: Los contactos familiares nos ayudaron a establecer el primer contacto, pero luego hay que crear el clímax de la conversación y mantenerlo. Conseguimos muchas cosas, incluso el testimonio de dos mujeres, cosa complicada, porque los pasiegos tienen una cultura muy patriarcal. Cuentan su vida y muchas veces sentencian de forma curiosa sobre la realidad del día a día; otras sorprenden con profundas reflexiones sobre su propia existencia. Hubo quien incluso afirmó que la mujer pasiega ha trabajado en la historia más que cualquier hombre. Estas palabras, viniendo de donde vienen, son toda una revolución.

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